La historia del Gin comienza en Holanda a principios del siglo XVII, donde fue creado por primera vez como un tónico medicinal llamado "jenever." Destilado con bayas de enebro, se creía que el jenever tenía propiedades curativas, especialmente para problemas digestivos y renales.
A finales del siglo XVII, los soldados británicos que luchaban en los Países Bajos llevaron el Gin a Inglaterra, donde ganó una inmensa popularidad. Durante la "Fiebre del Gin" del siglo XVIII, la accesibilidad del espíritu llevó a un aumento en el consumo, particularmente entre la clase trabajadora. Con el tiempo, las regulaciones y mejoras en las técnicas de destilación elevaron al Gin de un licor rudimentario a una bebida refinada disfrutada por todas las clases sociales.