El cóctel Saratoga debe su origen a mediados del siglo XX y al icónico Frank Meier, célebre por sus contribuciones al arte de los cócteles. Nombrado por los glamorosos Saratoga Springs en Nueva York, esta bebida fue diseñada para reflejar la sofisticación y el ocio asociados con la alta sociedad de la ciudad.
La versión de Meier, documentada en su Artistry of Mixing Drinks, se convirtió en un básico entre los bebedores exigentes, mezclando el carácter robusto del Rye Whiskey americano con la elegancia refinada del Coñac francés. Durante las décadas, este clásico ha visto numerosas adaptaciones, pero su encanto original perdura, convirtiéndolo en un favorito en los bares de cócteles modernos.
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