Esta bebida tiene sus orígenes en Dijon, famosa por su licor de grosella negra. Hace tiempo, se combinaba ese licor dulce con vino blanco local para crear el primer Kir. Un día, alguien decidió usar vino con burbujas para lograr un aire aún más alegre, y así nació el Kir Royale.
Pronto se extendió por toda Francia y más allá, gracias a su sencillez y su color atractivo que anima cualquier ambiente. Incluso ahora, bares y hogares suelen tenerlo a mano, porque solo hacen falta dos ingredientes para conseguir un pedacito de encanto francés. Con cada sorbo, se percibe esa herencia que ha seguido conquistando paladares durante generaciones.
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