Su antecesor, el Black Russian, fue concebido en 1949 en el Hotel Metropole de Bruselas, cuando Gustave Tops mezcló por primera vez Vodka y licor de café. Con el paso del tiempo, se experimentó agregando nata espesa, lo cual transformó su sabor atrevido en un trago más suave y fácil de beber. El nombre “White Russian” se entendió como una extensión natural, reflejando el tono claro que aporta la crema y la relación del Vodka con Rusia.
A finales de los años 60 y comienzos de los 70, el White Russian empezó a aparecer en distintos menús de coctelería, ganando aceptación entre quienes preferían tragos con un perfil dulce, menos intenso. Aunque pasó a segundo plano durante la época disco, volvió a despertar interés en décadas posteriores, gracias a referencias en el cine y al renovado aprecio por los cócteles retro. Su permanencia en la cultura popular deja claro que su carácter indulgente y nostálgico sigue cautivando al público.
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