El origen y la historia de este cóctel se remontan a Alemania, donde surgió el licor de hierbas a principios del siglo XX. Décadas más tarde, la gente descubrió el truco de combinar la nota especiada y oscura del shot con una bebida energética para potenciar la fiesta. A finales del siglo pasado, bares en Estados Unidos y Europa adoptaron este estilo ‘bomba’, en el que el trago se vuelca dramáticamente sobre una base dulce y burbujeante.
Con su carácter informal y sensación de camaradería, pronto se convirtió en un infaltable en festivales musicales y fiestas universitarias, donde el consumo rápido y compartido reforzaba el ánimo colectivo. Marcas y promotores vieron su potencial para encender el ambiente, mostrando su espíritu juvenil y atrevido.
Aunque no figura como clásico oficial, es un trago que ha conservado su vitalidad a lo largo de los años, gracias a su sencilla pero impactante combinación de sabores. Hoy día, sigue siendo el alma de reuniones donde lo principal es divertirse y vivir el momento sin complicaciones.
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