La herencia coctelera de Barcelona está entrelazada con su tradición del vermut, que se remonta a finales del siglo XIX cuando los bares de vermut se convirtieron en centros sociales. A mediados del siglo XX surgió la cultura del bar americano a través de grandes hoteles como el Ritz (ahora Palace).
Los Juegos Olímpicos de 1992 marcaron un punto de inflexión, exponiendo la ciudad a influencias internacionales. El renacimiento moderno de la coctelería comenzó a principios de 2000, cuando los bartenders locales elevaron el gin-tonic a forma de arte.